Alfredo Martínez OI18 y las máscaras tastoanes
- Alejandra Escartin
- 22 abr 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 28 ago 2018
La semana de la moda llegó a México y el encargado de dar el banderazo inicial fue Alfredo Martínez con su colección Otoño-Invierno 2018.
El desfile inaugural se realizó en un espacio emblemático de la capital mexicana: El monumento a la Independencia, en el corazón de Reforma. El evento ocurrió en un ajetreado domingo -normal en la CMDX-, entre la vida matutina de la ciudad: ciclistas, familias paseando y actividades recreativas. Sin duda, un acontecimiento propio del nivel cosmopolita de la Ciudad de México acorde con la importancia de Fashion Week.
La inspiración para el diseñador radicado en territorio tapatío estuvo en la fiesta de los tastoanes. Esta celebración se caracteriza por una danza -llamada de los tastoanes o tlatoanis- que representa a las figuras de los jefes mexicas (tlatoanis) contra Nuño de Guzmán en una pelea. Éste último fue un conquistador español que intervino en la esclavización de indígenas y en la compra-venta de mujeres. Esta danza reúne entonces elementos oriundos del México precolombino, en sus figuras autoritarias originarias- y, esfinges conquistadoras. Particularmente, en esta expresión artística aparece el San Santiago, quien es apresado y torturado por los tastoanes; sin embargo, al final de la danza, el santo obtiene el triunfo frente a los españoles y consigue la imposición de la religión católica sobre los pueblos indígenas.*
Lo anterior deja ver el sincretismo cultural que existe en esta manifestación artística. Con este antecedente es posible comprender que la colección de Alfredo Martínez parte de esa multiculturalidad y condensa diferentes visiones.
Por ello, las modelos portan elegantes atuendos -hechos con textiles lujosos, como terciopelo y seda con aplicaciones brillosas- y al mismo tiempo, pelucas típicas de la danza de los tastoanes -que forman parte de las máscaras que se usan en esta representación-. Así, se une el escenario occidental con el precolombino mexicano.


La gama de colores que formó la colección incluía negro, ocre, borboña y verde. Mientras los estampados eran abstracciones que parecían contener el fuego interno de la mujer que Alfredo Martínez define como fuerte y poderosa. Adicionalmente, las líneas verticales se hicieron presentes como elemento de lo clásico y los cinturones jugaron un papel esencial en casi todas las prendas: los hubo con hebillas anchas y otros con lazos más sueltos, pero todos marcaban la silueta femenina.


Sin duda, la palabra que mejor define esta propuesta es mezcla: de texturas, tradiciones, siluetas, colores y estilos. Con sus prendas fluidas y lujosas, Alfredo Martínez dejó su sello en el corazón de la Ciudad.
*Sonia Iglesias y Cabrera, Tradiciones populares mexicanas. México: Selector, 2011.
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